En el camino espiritual consciente la práctica de In-ofensividad es fundamental como estado basal de la mente.
La mente en estado de In-ofensividad es pacífica, ecuánime, sabía, despejada, de amplia perspectiva, armónica.
La mente en estado de ofensividad es estrecha, ciega, poseída por estados emocionales, prisionera de una perspectiva, rígida y tensa.
De qué se trata la no-ofensividad? Se trata de cultivar un estado mental y emocional de paz mental, de no-ofensividad hacia los demás y hacia uno mismo. Al intentar hacerlo solemos darnos cuenta de cuán ofensivos solemos ser ya sea en forma evidente o solapada y cuánta contaminación venenosa trae esto a nosotros mismos y los demás.
La práctica de la In-ofensividad no es debilidad o imposibilidad de dañar por falta de carácter, miedo o sumisión, y no hay que confundirla con cuestiones aparentes como voz suave y mirada lánguida, sino que tiene una raíz en una poderosa voluntad dirigida hacia la sabiduría, el amor y la paz. Es preciso tener firmeza y solidez interior para sostener la mente en un estado de amplitud y ecuanimidad, la voluntad y la conciencia clara juegan aquí un papel central.
La falta de conciencia, el observador inactivo la debilidad, acarrean a la mente a sus habituales diálogos de exclusión, prejuicio, juzgamiento y a la emoción a la reactividad instantánea y a la ofensividad.
La In-ofensividad es fortaleza interior.
La ofensividad es debilidad interior.
Hay una ofensividad evidente, aquella cuya raíz es la reactividad emocional, irá, enojo, miedo, defensa, que se expresaran en actitudes hirientes, insultos, burla, sarcasmo.
Y una ofensividad que se oculta en nuestra mente y es allí dónde está el meollo de la práctica, en la autoobservación consciente, constatando y dejando de dar fuerza a pensamientos cuya raíz es ofensiva.
Patricia May